CRÍTICA AL TRANSHUMANISMO


En este siglo XXI vivimos en una sociedad en la que el desarrollo de la tecnología se desarrolla y avanza a un ritmo abrumador y frenético, y el uso de la misma puede ser positivo o negativo dependiendo de para qué y en qué grado la utilicemos. Este pensamiento nos lleva al Transhumanismo, corriente filosófica que defiende el uso de las nuevas tecnologías para el mejoramiento del ser humano.

Si el Transhumanismo se implantara en nuestra sociedad sería un grave peligro. Su objetivo parece ser algo positivo. Estos objetivos son la súper longevidad, la súper inteligencia y el súper bienestar, sin embargo conlleva peligros serios. El primero de estos objetivos sería el más preocupante, básicamente por la súper población que conllevaría. 

 Esta corriente filosófica afirma que el límite del ser humano no es el límite biológico, y por tanto se pueden utilizar productos naturales para mejorar la inteligencia, la longevidad y el bienestar. Todo ello supondría un aumento de la felicidad y si realmente se cree que esto sería así, es en ese momento cuando se convertiría en una obligación moral y tendría la excusa perfecta para aplicarlo al ser humano. El ser  humano, a lo largo de la historia ha buscado esa felicidad y mejorar sus condiciones de vida, por ello se entendería que el Transhumanismo tuviera una buena acogida en nuestra sociedad, ya que desde un punto de vista positivo podríamos decir que con ese mejoramiento viviríamos más años, seríamos más inteligentes y no padeceríamos enfermedades. Esto podría ser perfecto si se aplicara únicamente a un número determinado de individuos y no al conjunto de la sociedad, puesto que de ser así habría una superpoblación inmortal y el crecimiento demográfico sería infinito con la mezcla de seres físicos y seres del metaverso.  Pero al mismo tiempo sería un peligro porque podría producir un enorme desequilibrio social ya que generaría dos tipos de humanos, los mejorados o ciborg, y los no mejorados. Estos últimos podrían ser apartados de la sociedad por los ciborg y serían vistos como apestados. Y ante esta posibilidad habría que pararse a definir qué es un ser humano y qué no lo es.                                                                                                                          La súper longevidad es algo que ya podemos encontrar en la naturaleza.  Existe una medusa capaz de desarrollarse hasta su última etapa vital y no morir sino que con todo el conocimiento que ha adquirido hasta ese momento retrocede hasta su primera etapa vital y así sucesivamente. Solo muere por enfermedad o por un depredador. ¿Qué ocurriría si sucediese esto en la raza humana? Aunque parezca algo incongruente, esta inmortalidad acabaría con nuestra existencia. Por otro lado, la súper inteligencia sería una herramienta fantástica empleada para buenos fines y a su vez algo nefasto si no se utiliza bien. Por ejemplo, para burlar sistemas de seguridad súper inteligentes o para creaciones que atentasen contra la ética y la moral humanas.                                                                                                              De los tres objetivos de esta corriente, el único del que no podemos criticarle nada es al del súper bienestar ya que equivaldría a un paraíso terrenal. Sin embargo, el Transhumanismo supone, como hemos mencionado anteriormente, asumir muchos riesgos. Durante toda nuestra evolución, la Naturaleza ha sido capaz de eliminar de nuestra especie ciertos comportamientos que nos llevarían al desastre mientras que el  Transhumanismo supondría una selección natural modificada artificialmente y no seríamos capaces de estimar el impacto de esos cambios a largo plazo. Y por supuesto, desde el punto de vista ético, el Transhumanismo tendría todas las puertas  cerradas porque se podrían crear ciborgs que atentaran contra principios básicos de la sociedad. Sería difícil determinar el límite entre el bien y el mal y cómo justificar o no determinados mejoramientos del ser humano.

          “Cuidado con los deseos porque a veces se cumplen”. Esta frase popular que hemos escuchado en múltiples ocasiones, resume muy bien nuestra teoría de rechazo del Transhumanismo. Es evidente que todos queremos ser más longevos, más inteligentes y mejorar nuestro bienestar pero hay que tener muy presentes los riesgos que corremos si aplicamos las nuevas tecnologías para alcanzar estos objetivos que supondrían el mejoramiento del ser humano. El ser humano debe seguir evolucionando en todos los aspectos pero de forma gradual y natural. Debemos aprovechar todos los progresos que estén a nuestro alcance teniendo en cuenta la diferencia  entre aquellos avances que nos ayudan a curar enfermedades o a mejorar nuestra calidad de vida, y aquellos otros que suponen, por ejemplo, transformaciones genéticas injustificadas. De eso deberíamos huir.       

              




                                    






























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